miércoles, 18 de noviembre de 2009

LAS PIÑATAS

En las fiestas decembrinas no puede faltar el gran colorido de las piñatas, que no obstante que tuvieron su origen en China, para los mexicanos son muy nuestras.

Estos alegres objetos, están hechos con una olla de barro que está cubierta de un papel muy delgado al cual se le llama “de china” y papel estaño con combinaciones de colores muy libres, y aunque se hacen con diferentes figuras (animales, personajes frutas y verduras) la tradicional es la de siete picos.

El significado de la piñata tiene su origen en la época de la colonia, en la cual los frailes evangelizadores la utilizaban para que los originarios de México comprendieran el significado de bien y del mal en la nueva religión que estaban enseñando, y así la piñata se convirtió en la representación del demonio quien se viste de alegres colores para cautivar al hombre y que ceda a la tentación, por lo que cada pico representa a los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. El relleno de la piñata representa la gracia y el amor de Dios, y por eso el objetivo es romper la piñata y obtener los dulces y frutas que están dentro de ella.

Pegarle a la piñata con los ojos vendados representa la fe, virtud que nos permite creer sin tener que ver. El palo con el que se le pega a la piñata representa a la fuerza de la virtud que rompe con los falsos y engañosos deleites del mundo.

Las razones de la receptividad a esta representación de los evangelizadores se atribuyen, entre otras teorías, a que a los indios mayas, tenían un juego en el que trataban de romper con los ojos vendados una olla de barro llena de chocolate que se balanceaba detenida de una cuerda.
Las piñatas son uno de los elementos principales de las posadas, fiestas que se llevan a acabo durante el periodo del 16 al 24 de diciembre, y que se relacionan con el nacimiento de Jesús.

Se cree que las posadas se originaron en el pueblo de San Agustín Acolman, a un lado de las pirámides de Teotihuacan, lugar sagrado de la Mesoamérica indígena. Según las investigaciones de Sebastián Verti, apoyado en las investigaciones de Germán Andrade Labastida, los aztecas celebraban con toda pompa el nacimiento de Huitzilopochtli, y esta ceremonia era precisamente en la época de Navidad; por la noche y al día siguiente había fiesta en todas las casas, donde se obsequiaba a los invitados suculenta comida y unas estatuitas o ídolos pequeños hechos con una pasta comestible llamada tzóatl, hecha de maíz azul, tostado y molido, mezclado con miel negra de maguey.

La analogía entre la fiesta ritualística azteca y la del nacimiento de Jesús, hizo que los frailes agustinos se aprovecharan para infundir en los indios la nueva religión. Para ello, durante los mismos días que los aztecas usaban para sus fiestas, los frailes hacían una representación cada uno de los nueve días anteriores al 25 de diciembre, de las jornadas que hicieron de Nazaret a Belén, José con su esposa María, para cumplir con la obligación de empadronamiento a que estaban sujetos todos los judíos, dando con esto origen a las fiestas caseras conocidas como posadas.

Las nueve jornadas, que se llevan a acabo una por día, simbolizan los nueve meses de embarazo de María. y las piñatas son la culminación de este festejo diario. Se celebran no solo en las sino que se llevan a cabo principalmente en las casas, de donde uno sale siempre con sus aguinaldos que son canastas llenas de dulces llamadas colación.


Si se analiza el color del papel utilizado, se puede deducir que las primeras piñatas serían principalmente de color rojo, por uno de los significados que la iglesia le da a ese color que es el del pecado, y por ende del demonio. Sin embargo la tradición nos dice que las piñatas siempre fueron de diversos y vivos colores, acorde con los utilizados en las iglesias, en las ropas, los textiles, el arte efímero etc. por los indígenas mexicanos; y es que el color en su uso está tan introyectado en esta población que muy difícilmente se encontrará el color monocromático.

miércoles, 7 de octubre de 2009

NOMENCLATURA

Denominación

Cocula

Toponimia

Cocula en la antigüedad llevó el nombre de Cocollán o Cocolán, a cuya etimología se le ha dado el significado del “lugar de ondulaciones” o “lugar que se mueve en lo alto”. Fue cacicazgo independiente que tuvo como tributarios a los pobladores de Santa Ana Acatlán, Villa Corona, o Tizapanito, Xilotepetque y Tecolotlán que eran los pueblos de Atengo y Tenamaxtlán con sus pequeños pueblos sojuzgados.

Escudo

En el blasón que representa este municipio se plasmaron elementos históricos y culturales que lo distinguen a nivel estatal y nacional como son su vocación y tradición musical y ser reconocido como la cuna del mariachi.


HISTORIA

Reseña Histórica

Varias familias cocas del reino de Tonalá, cansadas de la hostilidad que se les prodigaba, abandonaron el reino encabezadas por el valiente guerrero Huehuetztlatzin. Un grupo enfiló a Mexquitán ahora Colimilla, otro se asentó en San Martín Hidalgo, y el grupo al mando de Huehuetztlantzin fundaron su capital que se llamó Cocollán a legua y media de donde ahora se levanta Acatlán de Juárez, hacía el siglo XII.

Cocollán fue destruída a principios del siglo XVI, y por ello, hacia 1509 intentaron establecerse cerca de Tlajomulco, más los tlajomulcas auxiliados por los tarascos les dieron batalla y los hicieron retroceder a su antiguo sitio de Santa Ana Acatlán donde permanecieron hasta 1519.

Ese año se remontaron a la cumbre de una montaña que corre de oriente a poniente a fin de fundar nuevamente el poblado de Cocula, allí permanecieron hasta la llegada de los españoles.

El cacicazgo de Cocula era independiente. Su cacique Citlali: estrella, tomó parte activa en la Guerra del Salitre en 1510. Gobernaba aún Citlali cuando se presentó Alonso de Avalos en 1521 e hizo la conquista del cacicazgo, quedando incorporado a la Provincia de Avalos.


En 1524 arribó Francisco Cortés de San Buenaventura, Alcalde Mayor de Colima, hizo un nuevo reconocimiento y empadronó al cacique y a los naturales de Cocula. Los franciscanos convencieron a los indígenas de refundar el pueblo al pie de la serranía, esto se cree ocurrió hacia 1532 y desde esa fecha data el establecimiento de Cocula en el sitio que hoy ocupa.

Aún existen ruinas de la antigua población y se le denomina Cocula Vieja. Los españoles le pusieron el nombre de Villa de Cázares, designación que no prevaleció conservándose el nombre indígena.

Como en la época de los evangelizadores, Cocula se halla dividida en cuatro barrios que son: San Juan, San Pedro, Santiago y la Ascensión.

En febrero de 1541 el virrey Antonio de Mendoza se encontraba en este lugar, según lo prueba la merced que hizo entonces a Francisco Pilo y Juan de Villarreal.

En 1824, Cocula se convierte en uno de los 26 departamentos en que se dividió al Estado. En 1825 tenía ayuntamiento, y en 1830 ya tenía título de villa.

Por decreto publicado el 22 de abril de 1833 se le concede a Cocula el título de ciudad.

NOMENCLATURA

Denominación

Villa Corona

Toponimia

El nombre de Villa Corona le fue dado por Manuel M. Diéguez cuando lo hizo municipio, en honor del General Ramón Corona, de quien era un gran admirador.

En el mismo decreto de su creación, se dispuso que se le agregara la delegación de Estipac, separándola de Cocula. Actualmente, Villa Corona es uno de los 124 municipios del estado de Jalisco, pertenece a la región centro con sede en Guadalajara.

Escudo

Está representado con los siguientes elementos: al centro, con letras espaciadas, el nombre del fundador “Xopillin”, que quiere decir “peregrino”; por esa razón se encuentra en blanco la mitad del recuadro del escudo. Destacan también siete arcos que dan origen a las siete cuevas que es lo que significa Chicomostoc, lugar de donde se dice provenía esta tribu nahuatlaca, también se pretende significar con esos siete arcos de color amarillo, el portal de la plaza y también la catedral de arena que tiene, apareciendo a tal propósito una cúpula y una cruz. En la parte de abajo se observa la laguna en color azul cruzada por el color gris, que significa la calzada de piedra; los extremos de color rojo significan el sacrificio y el esfuerzo de nuestros antepasados para construirla; esos extremos rojos tienen la figura de una enorme V, la letra inicial del nombre del municipio. Tanto a la izquierda como a la derecha aparecen dos garzas en actitud graciosa apuntando hacia los dos balnearios más populares. En la parte de arriba aparece una corona complementando así el nombre del municipio. Enmarcadas, una lira de color oro con las palabras paz, hospitalidad y trabajo.

HISTORIA

Reseña Histórica

En el año de 1160 partieron de Aztlán varias familias nahuatlacas y, formando dos grandes grupos migratorios; uno pasó por el norte de lo que hoy es Jalisco y el otro por el Pacífico, entrando a Jalisco por Tequila para pasar por Ameca, Cocula, Villa Corona, Acatlán de Juárez, Zacoalco, Chapala, etc., hasta llegar al Valle de México, lugar en donde se reunieron las dos peregrinaciones para fundar Tenochtitlán, el 18 de julio de 1 325.

Al pasar por la población de lo que hoy es Villa Corona (en el año 1250 aproximadamente), una de las tribus decidió quedarse por su afición a la caza y a la pesca, siendo aceptada por los lugareños debido a su actitud pacífica. Es probable que por estas fechas haya nacido el nombre de Tizapanito que significa “lugar sobre la tizita”, inicialmente era Tizapantzinco, una especie de diminutivo indígena. Esta denominación fue la que llevó la población en sus orígenes. Su asentamiento fue en un lugar llamado La Huerta.

La Plaza Principal de Villa Corona, Jal.

Durante el siglo XVI, un grupo de cocas que venían huyendo de la Guerra de Las Salinas o Guerra del Salitre, se asentó a 5 kilómetros al noroeste del potrero denominado Las Huertas, que ya era habitado por tribus nahuatlacas, cuyo jefe era "Xopillin" (que significa peregrino, errante o nómada). Esto dio lugar a una fusión de ambas tribus y a la postre al engrandecimiento cultural de las dos etnias. La conquista de este lugar la llevó a cabo el conquistador español, Alonso de Avalos en 1523.

El decreto número 242 de septiembre de 1871, dispuso que la comisaría política de Tizapanito se separara de la municipalidad de Ameca y se agregara a la de Cocula.

En 1917, don Venustiano Carranza inauguró un tramo del ferrocarril en el poblado.

El 31 de mayo de 1918 se aprueba el decreto número 1899 publicado el 5 de junio, por el que el poblado se erigió en municipio con el nombre de Villa Corona, siendo su primer presidente municipal, Agapito Aguayo.


ACATLAN DE JUAREZ
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Atrio y fachada frontal de la Parroquia de Nuestra Señora Santa Ana, data de 1850.







Denominación

Acatlán de Juárez

Toponimia

El nombre de Acatlán, proviene del náhuatl “Aka-Tlán” que significa “lugar de abundancia de cañas”.

Escudo

Por acuerdo de Cabildo, el escudo de Acatlán de Juárez se adoptó el día 24 de diciembre de 1983. Se aprecian lamberquín, casco, adorno, símbolo del rango noble, un recuadro dentro del cual está inscrito el lema latín de “Fraternitas, Traditio, Progressus”: Fraternidad, Tradición, Progreso.

En la parte superior un jeroglífico que significa “Acatl” y es el treceavo signo en el calendario azteca, representado por un haz de carrizo estilizado en forma horizontal, usando a Quetzalcóatl en una de sus alegorías. En la parte inferior aparece la diligencia o carruaje que utilizó Benito Juárez en su peregrinar por México. En estos símbolos están comprendidos la estirpe y raíces, pasado y presente de este municipio.

El autor del escudo es el C.P. Humberto Garza Gómez.


Reseña Histórica

A principios del siglo XVI llegaron a la región integrantes de una tribu coca avecindada en Cocula, los que al ser derrotados por los purépechas, se establecieron en el lugar en 1509. Aunque a la luz de hallazgos de cerámica prehispánica ha surgido la teoría de que la zona estaba poblada desde los siglos XII y XIII.

En el año de 1550 se trazó el primer plano del municipio por mandato del Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, para terminar con las dificultades que había con los habitantes de Zacoalco, Ahualulco y Ameca.


Durante la época colonial a este lugar se le conocía como Santa Ana Acatlán, siendo encomienda que entregaba tributo directamente a la Corona, el cual consistía en 25 pesos de oro en polvo y 8,000 cacaos, teniendo únicamente 80 encomenderos.

En 1824 pertenecía al departamento de Zacoalco. En el decreto del 12 de septiembre de 1891 ya se menciona a la municipalidad de Santa Ana Acatlán.

El 22 de marzo de 1906, por decreto número 1158, cambia su denominación de Santa Ana Acatlán a Acatlán de Juárez, debido a la visita del Patricio de la Reforma; adquiriendo, además, el título de villa.

En octubre de 1972 se publicó el decreto número 8877, con el cual se le otorgó la categoría de ciudad.

Salud

La atención a la salud es prestada a toda la población por la Secretaría de Salud del Gobierno Estatal, reforzando la prestación del servicio el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Las acciones del bienestar social son cubiertas en sus diferentes vertientes por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

Abasto

En lo referente a servicios de abasto al consumo popular se cuenta con 145 tiendas de abarrotes que venden alimentos y bebidas, 209 establecimientos de frutas y legumbres frescas, 88 establecimientos de comercio al por menor en tiendas mixtas y 89 que ofrecen servicio de loncherías, taquerías y torterías.

Deporte

En lo que respecta a este rubro, se cuenta con centros deportivos adecuados para la práctica de diversos deportes, asimismo, la cultura y recreación tienen como foros las instalaciones como la Casa de la Cultura, el Museo de Artes y Oficios “Benito Juárez”; existe también teatro, cine, centros recreativos y además se tienen atractivos naturales como el balneario “Los Chorros”.

HISTORIA DE LA UDG

El proceso de creación de la universidad fue lento y laborioso, llevando cerca de un siglo. El primero en solicitar la creación de una universidad en Guadalajara fue fray Felipe Galindo Chávez y Pineda, que solicitó al Rey Carlos II de España la elevación del Real Seminario Conciliar de San José al rango de Real Universidad, el 12 de julio de 1696.

El siguiente personaje en abogar por la causa de la Universidad fue el licenciado Matías Angel de la Mota Padilla, quien en el año de 1750 hizo que el ayuntamiento de la ciudad tomara el proyecto de universidad como una de sus prioridades.

Sin embargo fue sólo después de la expulsión de todos los integrantes de la Compañía de Jesús de los territorios españoles en 1767, que la necesidad de una universidad en la región de la Nueva Galicia se hizo apremiante. Debido a que tal compañía administraba los dos colegios más importantes de la ciudad: el Colegio de Santo Tomás y el de San Juan Bautista.

El 12 de diciembre de 1771 arriba a la ciudad quien se considera que es el principal responsable de la fundación de la Universidad: el clérigo fray Antonio Alcalde y Barriga, nuevo obispo de la diócesis de Nueva Galicia. Quien en 1775 responde a una cédula real del Rey Carlos III de España, en la cual le solicitaba comentario sobre la conveniencia de una universidad en la ciudad. La respuesta totalmente afirmativa, su involucración personal en el proyecto y su capacidad de involucrar a varios actores de la ciudad hacen que en el año de 1791, el Rey Carlos IV de España promulgue una cédula real declarando la fundación de la Universidad de Guadalajara.

Esta cédula arribó a las autoridades de la Nueva Galicia el 26 de marzo de 1792, quienes procedieron a hacer un festejo en la ciudad y a realizar apresuradamente los trabajos de remozamiento del citado Colegio de Santo Tomás. Las instalaciones se inauguraron el 3 de noviembre de 1792. Siendo el primer rector el presbítero José María Gómez y Villaseñor. La planta de profesores fue seleccionada por medio de un concurso establecido por el propio rector, y dirigido exclusivamente a sacerdores de las órdenes franciscana, dominicos y mercedarios.

Entre 1821 y 1861.

Entre 1821 y 1924 la universidad sufrió numerosos cambios, incluyendo clausuras temporales, fracturas, refundaciones y cambios de denominación, provocadas en más de una ocasión por motivos políticos.

El 14 de junio de 1821, el rector Diego Aranda y Carpinteiro juró obediencia en nombre de la universidad al representante de los independentistas del Plan de Iguala, el general Pedro Celestino Negrete. Con este reconocimiento la universidad perdió el título de "Real y Literaria Universidad de Guadalajara" y pasó a convertirse en la Universidad Nacional de Guadalajara, abandonando el escudo otorgado por la monarquía española y tomando el de los independentistas.

A pesar de tal declaración de lealtad, la primera clausura temporal del establecimiento la decretó Prisciliano Sánchez, el primer gobernador del estado de Jalisco, en 1826, debido al turbulento estado de la economía y la política del país luego de la independencia.

La institución reabrió sus puertas en 1834.

Entre 1862 a 1925.

Durante este período la enseñanza media y superior pasó al dominio directo del Gobierno del Estado, regulándola por medio de los siguientes organismos:

* La Junta Directiva de Estudios del Estado, de 1868 a 1893
* La Dirección de Instrucción Pública del Estado, de 1893 a 1903
* El Consejo Superior de Instrucción Pública del Estado y la Dirección de Instrucción Pública del Estado, de 1903 a 1920
* El Departamento de Educación Preparatoria y Profesional del Estado y la Dirección General de Educación y Beneficencia Públicas del Estado, de 1920 a 1925.

Entre 1925 a 1991.

En el año de 1925 entra en vigor la Ley Orgánica del 25 de Septiembre de 1925. El gobernador José Guadalupe Zuno Hernández convocó en junio de 1925 a un grupo de profesores, intelectuales y profesionistas para perfilar el sentido y la organización de la nueva Universidad y de cada una de sus dependencias. De las reuniones, celebradas en Palacio de Gobierno por el presidente del estado, en aquel entonces Rodrigo Peralta.
De 1991 a la Fecha.

A partir de las inquietudes que manifestaron varios intelectuales y artistas en las reuniones del Centro Bohemio, la conferencia sustentada por el ingeniero Juan Salvador Agraz Ramírez de Prado sobre el proyecto de fundar "La Universidad Nacional de Guadalajara" y las nuevas orientaciones emanadas de la Revolución mexicana de 1910, el gobernador de Jalisco, José Guadalupe Zuno Hernández, restauró por tercera ocasión la Universidad de Guadalajara en 1925, nombrando rector al profesor Enrique Díaz de León.

Participaron muy activamente en las juntas preparatorias a la restauración de la Universidad, además del ingeniero Agraz, del profesor Díaz de León y del gobernador Zuno (quien las convocó y las presidió), las profesoras Irene Robledo García y Catalina Vizcaíno, el arquitecto Agustín Basave del Castillo Negrete, los presbíteros Severo Díaz Galindo y José María Arreola Mendoza, el doctor Juan Campos Kunhardt, el abogado Ignacio Villalobos Jiménez y los profesores Adrián Puga Gómez y José Ignacio Calderón Bonilla.

El 7 de septiembre de 1925, el Congreso del Estado autorizó al gobernador Zuno para que expidiera la Ley Orgánica de la Universidad, promulgándola el 25 del mismo mes. Las dependencias universitarias serían: Escuela Preparatoria de Jalisco, Preparatoria para Señoritas, Facultad de Farmacia, Facultad de Ingeniería, Facultad de Medicina, Facultad de Jurisprudencia, Facultad de Comercio, Normal Mixta, el Observatorio Meteorológico del Estado y la Biblioteca Pública del Estado.

La ceremonia de inauguración de la Universidad se celebró el 12 de octubre en el Teatro Degollado, y fue presidida por el secretario de Educación Pública, José Manuel Puig Casauranc, y el gobernador Zuno; fueron universidades madrinas las de Salamanca, México, París y California, las cuales enviaron a sus representantes. Dio un discurso oficial, el rector Díaz de León.